El escritor Andrew O’Hagan convierte al terrier de la actriz en el protagonista de una novela que desvela todos los secretos de la estrella
Corría el año 1999 y el escritor Andrew O’Hagan se encontraba en Nueva York. Christie’s subastó unas fotos de Maf, el terrier de Marilyn Monroe, por más de 220.000 dólares. Este hecho le quedó grabado y fue la inspiración de su novela «Vida y opiniones del perro Maf y su amiga Marilyn Monroe». En una entrevista con Efe, el autor escocés O’Hagan ha explicado que a partir de ese momento se tornó en obsesión poder dar una voz a ese pequeño animal, que Frank Sinatra regaló a la actriz cuando se divorció de Arthur Miller y, en la tradición de Esopo o Cervantes, poder ofrecer una nueva visión de la estrella norteamericana. Empezó a investigar sobre el can y a entrevistar a personas que conocieron a Marilyn. «Fue excitante y emocionante poder entrar en una época (años sesenta), descubrirla y presentar un problema humano de manera entretenida».
Algo más que un cuerpo
El autor arma un artefacto literario, que en España publica Alba, en el que el narrador es Maf, quien tanto describe las sesiones de psicoanálisis de la actriz con la doctora Kris, como relata las conversaciones entre ella y la escritora Carson McCullers, o entra en casa de los padres de Natalie Wood. Andrew O’Hagan, editor de la revista «Esquire» y profesor del King’s College de Londres, asevera que, principalmente, lo que ha querido es mostrar ante el lector, en un tono ameno, «que Marilyn era inteligente, además de hermosa, vulnerable y víctima». A su juicio, se trata de una mujer marcada por la ausencia del padre, algo que «le rompió el corazón». «Ella tenía lo que se denomina inteligencia emocional, y mucha de la luz interna que transmite en la pantalla viene de allí, pero este hecho, a la vez, le costó la vida». Por otra parte, defiende que su historia puede ser la de todos, porque «para llevar el tipo de vida que llevaba hay que tener recursos internos y ella no los tenía, tanto por la ausencia del padre como por el dolor de la niñez y la falta de amor».
Una mascota inteligente
El perro Maf es el encargado de mostrarlo en la novela a los lectores. O’Hagan no esconde que algunos de sus amigos al leer el libro le dijeron que le odiaban porque el animal era más inteligente que ellos. «Les contestaba que también lo era más que yo, que tuve que investigarlo todo para poder ponerlo en su boca». El autor conoció hechos que nunca hubiera imaginó, como lo de los padres de Natalie Wood, él un hombre alcoholizado, y ella «una rusa loca, muy personaje de Dostoievski».
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