martes, 9 de abril de 2013

Jordi Sierra i Fabra, un escritor importante



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Jordi Sierra i Fabra ha escrito más de 400 libros. Eso lo convierte en culpable sin juicio previo: ¡escribe demasiado! ¡Los libros son de baja calidad! Naturalmente, los peritos que sostienen tales opiniones nunca se han leído un libro de Jordi Sierra i Fabra. No les hace falta. Creen que no les hace falta. En este país gusta mucho juzgar sin eso tan molesto que es comprobar las cosas. Naturalmente, entre los 400 libros habrá bastantes flojos o directamente malos. Sierra i Fabra no es un estilista, pero en su favor hay que decir que tampoco lo pretende. Uno de sus últimos tres libros (“Parco”, Premio Anaya Juvenil) explicaba ayer en Barcelona que lo escribió en cinco días. Publica los libros de tres en tres, también publica estos días en La Galera El extraordinario ingenio parlante del profesor Palermo” y en Plaza & Janés “Dos días de mayo”. Alguien dirá: Dante tardó 14 años en escribir La Divina Comedia, no se puede escribir un gran libro en cinco días. Es evidente que no se puede escribir un libro de relojería en cinco días, es obvio que Parco no es La divina comedia. Pero Parcotoca un tema que nadie quiere tocar: la violencia en los adolescentes, la posibilidad de que un muchacho sea un asesino, la vida en un reformatorio… y lo hace con solvencia, ritmo y una invitación a la reflexión moral aunque no haya moralina incorporada ni sermones, sin dejarse tentar por un maniqueísmo fácil. Cuando se habla de los escritores “importantes” a los críticos y periodistas especializados en libros suele olvidársenos nombrar a Jordi Sierra i Fabra. Sus libros no son puntos de inflexión en la tradición literaria, no son obras absolutamente innovadoras ni logran las cimas de brillo de las grandes obras de la literatura (muy pocas lo logran, casi ninguna). Pero Jordi Sierra ha hecho leer en este país de lectura raquítica a cientos de miles de jóvenes, de manera entusiasta. Poco marketing se gasta Sierra i Fabra, más allá del pin de guitarra eléctrica y su aire de viejo rockero dicharachero y, sin embargo, hay libros suyos, como Campos de fresas, que llevan más de 40 ediciones. No todos, pero unos cuantos de sus libros pasan de los 100.000 ejemplares, sin ruido ni apoyo ninguno, más allá del beneplácito de los lectores jóvenes. Es verdad que tiene buena entrada en los circuitos de lecturas escolares, pero si los chavales no se sintieran satisfechos con la lectura, al año siguiente el libro saltaría de la programación: y ahí sigue, generación tras generación. Demostrando –una vez más- que los jóvenes leen (más que los adultos) cuando los libros les hablan de aquello que les interesa o los emociona. En 2004 creó la fundación Sierra i Fabra para fomentar la lectura entre los jóvenes. Abrió una sede en Medellín. Allí tienen una escuela de jóvenes escritores y una biblioteca móvil de 400 libros que hacen llegar a las poblaciones más minúsculas y desatendidas, algunas tan incomunicadas que hay que subir los libros en burro. Cuando Jordi habla de cómo logran subir los libros por trochas con un palmo de barro, cómo la gente del pueblo colabora haciendo una cadena hasta llevar los libros al local que hará de biblioteca por unos días… se le iluminan los ojos. Él es un eterno adolescente, cachondo, de conversación torrencial, ocurrente y directo, por momentos arrollador… pero hay un momento en que se queda callado y, de repente, se pone serio y te cuenta cómo una tarde llegó a un villorrio recóndito de Colombia en la sierra, a 3.000 metros de altura, donde el colegio eran unos barracones de metal y el barro se lo tragaba todo. Dio una charla para los niños y al final, uno de ellos, muy pequeño, muy modestamente vestido, se fue hasta él y tiró del faldón de su camisa: lo miró y le dio las gracias por llevarles libros. “Hay cosas más importantes que escribir”, dice como si se lo dijera así mismo. Tampoco lo anuncia en ninguna parte, pero también le emociona hablar de otra iniciativa de su fundación: el día antes de Sant Jordi, varios escritores se reparten por hospitales infantiles y llevan libros a los niños: “no sólo vamos a llevar libros, hablamos con ellos, estamos con ellos, les dedicamos el tiempo necesario”. Ahora (“gracias al dinero del Premio Torrevieja”) ha comprado un local en Barcelona para que su fundación también tenga sede física en Cataluña. Todo lo ha pagado de su bolsillo: “¡me he gastado los ahorrillos!”, afirma feliz. Su sede se convertirá en un centro cultural y biblioteca en el barrio de Sants. Nadie le ha regalado nada, ni la administración pública ni los bancos. Se inaugura el día 15 y seguro que ese día no faltarán políticos y prebostes dispuestos a hacerse la foto.
Muchos seguirán pensando que no es un escritor importante porque escribe los libros en cinco días. Mientras otros están en casa dando vueltas durante dos años a cuál es la función cognitiva y sociocultural de la novela, él está en Colombia llevando libros por las sierras, abriendo bibliotecas en los barrios y haciendo leer a miles de jóvenes. Para mí Sierra i Fabra sí es un escritor importante.

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