viernes, 30 de noviembre de 2012

Los diez mandamientos del periodista cultural



Los diez mandamientos del periodista cultural, por Albert LladóEl escritor y periodista Albert Lladó nos da una lección sobre periodismo culturalque nos parece interesante compartir con todos vosotros. Lledó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y coordinador de la sección de Cultura de LaVanguardia.com, además de autor de libros de relatos, novela, ensayos y aforismos.
La visión de Albert Lladó sobre los periodistas culturales tiene el punto justo en su mezcla de realismo e idealismo. Así, en su decálogo personal, nos entrega perlas como su inyección de ánimos frente a la crisis (“La situación es precaria. Pero no caigas en el pesimismo. Los nuevos modelos de negocio llegarán; si hemos viajado a la Luna, ¿no seremos capaces de crear nuevos modelos de negocio?”) o su defensa del periodismo como literatura (“El periodismo al que aspiramos, el que nos gusta leer, utiliza metáforas, analogías y diálogos”). 
A continuación reproducimos en su totalidad el artículo de Albert Lladó publicado enLa Vanguardia:
Los diez mandamientos del periodista cultural
Me invitan a hablar de periodismo cultural ante profesionales del sector. Es evidente –por el recorrido o por el talento de los asistentes– que yo tengo más que aprender de ellos que ellos de mí. Y, como siempre me pongo nervioso en estos bosques, apunto aquí diez ideas (que no dogmas). Así, si decimos barbaridades, que al menos sean sólo diez. Numeradas e identificables.
1) No renuncies a la pasión
Creemos más en la forma de escribir sobre arte de Baudelaire que en la de Danto. Entre el verso y la academia, están los diarios. No existe la objetividad. Podemos dejarnos la piel, si hace falta, en una crítica. Pero no confundir pasión, entrega, con la irracional y chabacana euforia. La pasión viste lencería fina. La euforia, bragas de esparto.
2) El periodismo es literatura
El periodismo al que aspiramos, el que nos gusta leer, utiliza metáforas, analogías y diálogos. Es un género literario ligado a unos hechos determinados. Mientras la ficción tiene un pacto con la verosimilitud, el periodismo lo tiene con el rigor (y la honestidad). Esa es la única diferencia.
3) La verdadera censura, la propia
Dice Pascual Serrano que “para escribir hace falta valor, y para tener valor hace falta tener valores. Sin valores más vale callar”. El miedo es humano. Pero si el periodista cuida todos los detalles, gestiona bien sus temores, y es preciso en sus argumentos, nadie se podrá negar a publicar un tema sin sonrojarse. No seas el primero en frenarte. Que otros hagan el ridículo. Molesta, insiste, si es necesario. Y preocúpate sólo de que tu artículo sea impecable.
4) Sé un niño que busca las trampas
El mundo es un campo lleno de ratoneras. El periodismo es un juego que nos invita a encontrar los anzuelos. En cuanto puedas, deja de cargar con las inercias. Huye de la espiral del silencio, rescata lo importante, marca tú qué es actualidad y qué mercadotecnia. Investiga. Quítale la corona de laurel a las falsas deidades.
5) Derecho a contradecirse
El pensamiento es nómada. Mantén firme tu compromiso con la sociedad sin pánico a contradecirte. No eres un militante que debe seguir unos parámetros estancos. No eres un vocero. El periodismo es constante aprendizaje (se ha acabado la dualidad inflexible entre maestro y alumno). Que las ideas que te empujen no sean prejuicios. Seduce, pero deja espacios abiertos en tus convicciones para dejarte seducir. Escucha. Si nunca te mueves por interés, cambiar un enfoque no es renunciar a la coherencia.
6) Hay brechas
La situación es precaria. Pero no caigas en el pesimismo. Los nuevos modelos de negocio llegarán (si hemos viajado a la Luna, ¿no seremos capaces de crear nuevos modelos de negocio?). Lo fundamental es identificar lo que no estamos dispuestos a perder durante esta transición. No vayas ni de héroe ni de víctima. El periodista, más que un francotirador, es un funámbulo.
7) La política es hija de la cultura, y no al revés
El periodismo cultural no se ciñe a hablar de los últimos espectáculos estrenados. El terreno que aborda el periodista, además, es mucho más amplio que la industria y la política cultural. La cultura es quien crea nuevos relatos. Podemos, poco a poco, romper los corsés que parecen inalterables. Reivindica la cultura como eje central de la sociedad. La cultura tiene como principal función preguntarse por las potenciales condiciones para que todos los ciudadanos sean libres y tengan los mismos derechos. La cultura es política en mayúsculas.
8) Interpretar no es manipular
Todo el mundo puede acceder hoy a la información. El periodista tiene que transformar los datos y las cifras en propuestas de conocimiento. Interpreta, lanza hipótesis, pero nunca intentes manipular al lector. Tu única arma es la credibilidad. No mientas jamás, pero arriésgate. Somos constructores (distingue el criterio de la opinión), no contenedores de comunicados y teletipos. La verdadera inteligencia es la capacidad de relacionar, poner en contexto, y mostrar los lazos que permanecen invisibles.
9) Ambición y humildad
El periodismo no acaba con las injusticias sociales, pero puede ayudar. Toma consciencia de tu responsabilidad. No eres un monstruo por tener ambición. Si puedes, sacude y zarandea a quien permanece dormido. Pero no olvides, al mismo tiempo, que no toda la población está atenta a los medios de comunicación ni interactúa constantemente en twitter. Relativiza tus errores y aciertos. Salta la frontera de la endogamia (el periodismo no va dirigido únicamente a periodistas). No infravalores a nadie. Todas las personas son portadoras de historias que explicar.
10) Reconquista lo mediato
Safranski nos advierte de que “la información ya no se transforma en experiencia” por culpa de la aceleración en la que estamos sumergidos. Ante la solicitada inmediatez de los diarios digitales, reserva espacios para lo mediato. Toma distancia cuando puedas. Reflexiona. Traza nuevas lecturas. Provoca. Domestica la tecnología. No caigas ni en la tecnofobia ni en la tecnofilia. Crea nexos, redes, para que el discurso sea abierto, no para embarullar el texto de saltos innecesarios. El matiz es tu campo de batalla.
Estas, pues, son algunas notas improvisadas (propias, y tal vez, intransferibles) sobre lo que entiendo como periodismo cultural. Pero como buen marxista que uno es (seguidor de Groucho, claro), les aviso: “estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.

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