viernes, 23 de noviembre de 2012

ELMUNDO.ES RESEÑA


Elemental

por SONIA APARICIO
Mucho antes de que Gil Grissom se fijara minuciosamente en cada detalle del escenario del crimen y buscara restos biológicos en cada rincón con su luz ultravioleta, Sherlock Holmes registraba los bolsillos de los muertos, interpretaba con toda lógica y acierto el mensaje que un asesino escribía con la sangre de su víctima sobre una pared y llegaba a deducir, con escaso margen de error, la altura del delincuente sin saber todavía quién era. Algo habitual hoy, sí. Pero no en la Inglaterra victoriana de finales del XIX.
El relato detallado de todo ello, que Arthur Conan Doyle puso en boca del Dr. Watson, hacía imaginar al lector cada mota de polvo en el ambiente y le retaba a descubrir, seguir e interpretar el rastro que dejaban a su paso ladrones, estafadores y asesinos para servirle en bandeja su cabeza después.
Inspirado en un profesor que Doyle tuvo en la Facultad de Medicina de Edimburgo (Joseph Bell), Sherlock Holmes nació para la Literatura en noviembre de 1887, con la publicación de 'Estudio en Escarlata' en 'The Beeton's Christmas Annual', con ilustraciones de D.H. Friston. El escocés había escrito la novela el año anterior, en menos de tres semanas, y cobró 25 libras esterlinas por ello.
Fue el nacimiento oficial del investigador más famoso de todos los tiempos, el padre de todos los detectives que vendrían después. Un tipo más que peculiar, excéntrico y ávido lector, un maestro del disfraz, que toca el Stradivarius, fuma en pipa, consume cocaína —diluida al 7%— y examina el mundo a través de su lupa. Un tipo inteligente, calculador y arrogante, que se sabe superior por sus dotes extraordinarias para la lógica y el razonamiento deductivo. Y el lector se lo perdona. Porque no hay duda de que es el mejor.
'Estudio en Escarlata' tuvo más éxito en EEUU que en el Reino Unido, pero Doyle, licenciado en Medicina, no dejó de escribir, habitualmente en los muchos ratos muertos que tenía entre los escasos pacientes que acudían a su consulta. 'El signo de los cuatro' fue su segunda novela. Pero el éxito comenzó a asomar a su vida cuando empezó a publicar las aventuras de Holmes y Watson en la revista 'The Strand'.'Escándalo en Bohemia', en 1891, fue la primera de una serie de publicaciones que se prolongarían durante 36 años, ilustradas por Sidney Paget.
Superado por el éxito de su criatura, Doyle quiso matar a su 'monstruo' a manos del temible Moriarty en las montañas de Suiza, pero lo tuvo que resucitar ante la presión popular (miles de suscriptores se dieron de baja de la revista cuando se publicó, en 1893, 'El problema final') y atractivas ofertas económicas. En 'La aventura de la casa vacía' (1903), Watson se desmaya, por primera y única vez en su vida, cuando a su apartamento de Kensington acude, disfrazado, su viejo amigo, al que tanto él como los lectores habían enterrado diez años atrás en las cataratas de Reichenbach. El regreso del llorado detective relanzó las ventas de 'The Strand'.
Las andanzas de Sherlock Holmes y su fiel escudero, el Doctor Watson, transcurren encuatro novelas y 56 relatos cortos, han inspirado a múltiples autores y se han llevado en numerosas ocasiones al cine y la televisión. Y millones de seguidores de todo el mundo mantienen vivo su espíritu y reviven sus aventuras a través de diversassociedades 'holmesianas' creadas en distintos países y continentes.
Hoy, una cuidada edición conmemoratia de 'Estudio en Escarlata' (Debolsillo), acompañada de las ilustruaciones originales de D. H. Friston, permite a los seguidores españoles revivir la primera aventura de Holmes y Watson con todo su espíritu victoriano.125 años después, de nuevo, comienza el juego.




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